Ludwigshafen lamenta la pérdida del rascacielos de BASF: un monumento desaparece

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Un nuevo documental arroja luz sobre la historia del legendario rascacielos de BASF en Ludwigshafen, demolido hace diez años.

Eine neue Dokumentation beleuchtet die Geschichte des legendären BASF-Hochhauses in Ludwigshafen, das vor zehn Jahren abgerissen wurde.
Un nuevo documental arroja luz sobre la historia del legendario rascacielos de BASF en Ludwigshafen, demolido hace diez años.

Ludwigshafen lamenta la pérdida del rascacielos de BASF: un monumento desaparece

Hace diez años, en Ludwigshafen se cayó el legendario rascacielos de BASF, un hito arquitectónico que alguna vez fue comparado con el puente Golden Gate. Ahora, un nuevo documental saca a la luz la impactante historia de esta estructura y revive el dolor fantasma de los residentes de la ciudad.

El libro "Sobre la historia de la casa Friedrich-Engelhorn", publicado por el director del archivo municipal Stefan Mörz y el conservacionista de monumentos Matthias Ehringer, arroja luz sobre la tragedia de la demolición, que fue aprobada en 2013. A pesar de su estatus de monumento y su reconocimiento internacional, el rascacielos fue demolido por motivos económicos. El documental muestra cómo BASF, alguna vez orgullosa de su “monstruo de hormigón”, finalmente se separó de este legado. Los mosaicos que quedan de la cafetería son el único vestigio de su antigua gloria, mientras que la ciudad ahora se enfrenta a un doloroso vacío en la construcción.

Un símbolo de pérdida

La documentación, financiada por BASF y escrita por Wolfgang Voigt, Philipp Sturm y el historiador Bernhard Unterholzer, aborda la importancia cultural del rascacielos. En su inauguración en 1957, el Primer Ministro de Renania-Palatinado celebró el edificio como una “expresión de optimismo empresarial”. Pero sólo 56 años después fue arrasado. Los autores describen la pérdida emocional y la decepción por la demolición, que queda documentada con una frase escueta: “Ese día llovió”.

La historia del rascacielos es también una historia de poder e influencia. BASF no sólo tenía voz y voto en la ciudad, sino que también controlaba la historia del edificio. La demolición estuvo ligada a la promesa de un nuevo edificio representativo, que nunca se cumplió. En cambio, la ciudad queda con el doloroso recuerdo de una obra maestra arquitectónica que dio forma no sólo al horizonte sino también a la identidad de Ludwigshafen.