Los fabricantes de automóviles europeos están cambiando: ¿dominarán la movilidad eléctrica?

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La industria automovilística europea está cambiando rápidamente gracias a la electrificación y a los nuevos competidores. Retos y oportunidades.

Los fabricantes de automóviles europeos están cambiando: ¿dominarán la movilidad eléctrica?

La industria automovilística europea se enfrenta a uno de los mayores retos de su historia. El panorama está cambiando drásticamente a medida que aumentan la electrificación de los vehículos y la presión del exterior, particularmente de China. Según un informe de corona El número de vehículos eléctricos en Austria aumentó en 2023 un impresionante 41 por ciento en comparación con el año anterior, elevando el número total a más de 150.000 vehículos en este segmento. Este rápido desarrollo también se espera en Europa, lo que subraya la necesidad de una transformación integral de la industria.

Transformación y competencia

El estudio de McKinsey "Un plan maestro para la industria automovilística europea" deja claro que los fabricantes europeos deben desarrollar una estrategia holística para afirmarse en este entorno dinámico. Los desafíos son grandes: los costos de la energía en Europa son entre 2 y 3 veces más altos que en China y Estados Unidos, y las tensiones geopolíticas imponen una presión adicional sobre las cadenas de suministro. La industria automovilística europea ha perdido cuota de mercado desde 2019, mientras que los fabricantes chinos han ido creciendo de forma constante y ahora representan más del 45% del mercado de coches eléctricos en China, según muestra el estudio. La cuota de vehículos eléctricos en las nuevas matriculaciones ya ha superado el 51%.

El futuro de la industria depende fundamentalmente del desarrollo de nuevas habilidades, particularmente en las áreas de software y producción de baterías. La elevada proporción de producción extranjera, especialmente de pilas de baterías, garantiza la dependencia de China. El 70% de las baterías proceden de producción china. Para garantizar la competitividad, las empresas europeas deben invertir en nuevas tecnologías y acelerar sus procesos de desarrollo para mantenerse al día. Este sentido de urgencia también exige colaboraciones sólidas entre fabricantes, proveedores y responsables políticos para crear un ecosistema de movilidad sostenible, como McKinsey reflejos.