Kamala Harris, la vicepresidenta de EE. UU., está en una carrera contra el tiempo mientras se prepara para las elecciones que se avecinan, con un frenético calendario de campaña en varios estados. Pero en medio de esta vorágine, hay un tema que ha quedado completamente fuera de la mesa: la composición de su posible gabinete. Fuentes cercanas han revelado que Harris ha dejado claro a sus asesores que no está dispuesta a discutir quién podría ocupar altos cargos en su administración, incluso en privado.
La vicepresidenta, conocida por su enfoque metódico, ha evitado deliberadamente cualquier conversación sobre la planificación de la transición, guiada por una superstición que la lleva a creer que hablar de ello podría traer mala suerte. “Su postura ha sido muy en la línea de ‘tengo que ir a ganar esto’”, afirma un demócrata de alto rango. Esta negativa a entrar en detalles sobre su futuro gabinete contrasta con las prácticas de campañas anteriores, donde los candidatos comenzaban a barajar nombres y perfiles de posibles funcionarios mucho antes del día de las elecciones.
Un Equipo en la Sombra
A pesar de la falta de conversaciones sobre el personal, el equipo de transición de Harris ha estado trabajando arduamente en la creación de una infraestructura necesaria para una victoria. Desde la contratación de abogados hasta la implementación de procesos críticos, están preparados para cualquier escenario, incluyendo un resultado electoral reñido. Sin embargo, las decisiones sobre quién ocupará los puestos clave se han mantenido en secreto, lo que ha generado una atmósfera de incertidumbre entre los demócratas que esperan conocer más sobre las intenciones de la vicepresidenta.
Si Harris logra la victoria, sería un momento histórico, marcando la primera transición de un partido a otro desde 1989. Pero la pregunta que todos se hacen es: ¿quién formará parte de su gabinete? Aunque ha mencionado la posibilidad de incluir a un republicano, se niega a especular sobre nombres. Mientras tanto, su equipo sigue adelante, preparándose para un posible sprint hacia la Casa Blanca, donde las decisiones cruciales tendrán que tomarse rápidamente una vez que se confirme su triunfo.